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EN LOS GUINDOS
Tenía yo dieciocho años, y ella
Apenas dieciséis; rubia, rosada.
No es por cierto más fresca la alborada
Ni más viva una fúlgida centella.
Un día Adriana bella
Conmigo fue al vergel buscando fruta,
Y así como emprendimos nuestra ruta
Absorto me fijé por vez primera:
¡Cuán atractiva y cuán hermosa era!
Llevaba un sombrerillo
De paja, festoneado, con adornos
De flores de canela y de tomillo:
y realzando sus mórbidos contornos
Un corpiño ajustado,
Saya corta, abultada, de distintas
Labores, hacia el uno y otro lado
Recogida con lazos de albas cintas.
Como nuestro paseo se alargaba,
Le ofrecí el brazo, me arrobé al sentirla
¡Que en él lánguidamente se apoyaba!
Confuso y sin saber el qué decirle,
Me desasí... Trepéme a un alto guindo,
Desde cuyo ramaje de esmeralda
El bello fruto, ya en sazón, le brindo,
Que ella con gracia recogió en la falda.
¡Oh delicioso instante!
¡Oh secretos de amor! ¿Cuál mi ventura?
¿Podré pintar, mi sangre llameante,
Al ver desde la altura
Su seno palpitante,
Su voluptuosa y cándida hermosura?
¿Acaso Adriana adivinó en mis ojos
El fuego interno que en mi alma ardía?
¿Esa la causa fue de sus sonrojos?
-«Aquella guinda alcanza», me decía,
«Que está en la copa; agárrate a las ramas,
No vayas a caer».
-« ¿Y tú, si me amas,
Qué me darás?» Bermeja cual las pomas
Que madura el estío en las laderas,
Contestó apercibiendo dos palomas
Blancas, ebrias de amor: -«Lo que tú quieras»
MUSGO
Torné a ver la vieja ermita,
se halla todo en su lugar:
la lámpara moribunda,
la flor mustia en el altar.
Doquier quedan las señales
de la dulce, antigua fe:
allí está la Dolorosa,
allí el Cristo que adoré.
¡Cuántas veces, siendo niño,
el santuario a media luz,
me llevó mi tierna madre
a besar juntos la cruz!
¡Tiempos idos! Pero aún guardo
su memoria, y la impresión
de recuerdos inocentes
me penetra el corazón.
Hoy después de largo viaje,
tras de recia tempestad,
en el sagrado recinto
calma busco y soledad...
¿Quién me llama? ¡Oh voz sentida
que hace el pecho conmover
con rumores de plegaria,
con ternuras de mujer!
«Ven, me dice, al infortunio
da un himno. Lo pide así
la caridad, luz del cielo...»
El laúd a pulsar fui.
¡Ay, el rítmico instrumento
para siempre enmudeció!
Al querer forzar las cuerdas
en mis manos se rompió.
Pues haré de blancas rosas,
pensara, el don fraternal.
Cayó la helada en mi huerto,
agostado hallé el rosal.
De un melancólico sauce
colgué entonces el laúd;
y volví a la vieja ermita
y lloré mi juventud.
CARLOS GUIDO Y SPANO Parte I
CARLOS GUIDO Y SPANO Parte II
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CARLOS GUIDO Y SPANO
BREVE BIOGRAFÍA Y POEMAS
Parte II
Por Elena Luz González Bazán especial para Latitud Periódico
28 de julio del 2017
Carlos Guido y Spano fue un poeta nacido en nuestra Ciudad en el siglo XIX. El 19 de enero de 1827 llega al mundo en una prestigiosa familia conformada por el General Guido y Pilar Spano, una dama chilena.
SONETO AT HOME
¡Hijos queridos! En la paz bendita
del heredado hogar hallad defensa
contra el violento entorno que nos tensa
contra el combate cruel que nos agita.
Como en vuestros abuelos se condensa
reconoced caballeresca cita
con la conciencia que a lo heroico invita
y rechazad vivir en la vergüenza.
Ejemplo es vuestra madre de la entrega.
Servid a los demás. Es su camino.
Intransitado y viejo al cielo llega.
Esto de mi docencia me imagino
que de un padre a sus hijos se trasiega:
que cada cual sea fiel a su destino.
TROVA
He nacido en Buenos Aires
¡qué me importan los desaires
con que me trate la suerte!
Argentino hasta la muerte
he nacido en Buenos Aires.
Tierra no hay como la mía;
¡ni Dios otra inventaría
que más bella y noble fuera!
¡Viva el sol de mi bandera!
Tierra no hay como la mía.
Hasta el aire aquí es sabroso;
nace el hombre alegre, brioso,
y las mujeres son lindas
como en el árbol las guindas;
hasta el aire aquí es sabroso.
¡Oh, Buenos Aires, mi cuna!
¡De mi noche amparo y luna!
aunque en placeres desbordes,
oye estos dulces acordes
¡oh, Buenos Aires, mi cuna!
Fanal de amor encendido,
borda el cielo tú vestido
de rosas y rayos de oro:
eres del mundo tesoro,
fanal de amor encendido.
¿Quién al verte no te admira
y al dejarte no suspira
por retornar a tus playas?
Deidad de las fiestas mayas,
¿quién al verte no te admira?
De tus glorias que otros canten,
y a las nubes te levanten
entre palmas y trofeos.
Yo no asisto a esos torneos:
de tus glorias que otros canten.
Tu esplendor diré tan sólo,
sino del ya viejo Apolo
con la lira acorde y fina,
en mi guitarra argentina
tu esplendor diré tan sólo.
Voluptuosa te perfumas
de junquillos y arirumas;
cuando te adornas y encintas,
en las áureas de tus quintas
voluptuosas te perfumas.
Goza del Plata al arrullo
llena de garbo y orgullo,
criolla sin par, blasonante
de tu destino brillante,
goza del Plata al arrullo.
Triunfa, baila, canta, ríe;
la fortuna te sonríe
eres libre, eres hermosa;
entre sueños, color rosa,
triunfa, baila, canta, ríe;
¡Cuántos medran a tu sombra!
Tu campiña es verde alfombra,
tus astros vivos topacios;
habitando tus palacios
¡cuántos medran a tu sombra!
Bajo de un humilde techo
vivo, en tanto, satisfecho
bendiciendo tu hermosura,
que bien cabe la ventura
bajo de un humilde techo.
La riqueza no es la dicha;
si perdí la última ficha
al azar de la existencia,
saqué en limpio esta sentencia:
la riqueza no es la dicha.
He nacido en Buenos Aires
¡qué me importan los desaires
con que me trate la suerte!
Argentino hasta la muerte
he nacido en Buenos Aires.
SENSUALISMO
¿Será un crimen rasgar la tenue gasa
con que oculta el amor gracias terrenas,
o en la pomposa viña las ajenas
uvas gustar y el bien que raudo pasa?
Cuando el amor el alma nos abrasa,
que Venus arde en las henchidas venas,
desciende el cielo mismo a las amenas
ígneas regiones del placer sin tasa.
Júpiter sumo el trono esplendoroso
dejó, ya Leda en cisne transformado
sedujo, ya la tiria Europa en toro;
¡Y en la prisión entrando voluptuoso
de la blanca Danae, derramado
sobre ella se deshizo en lluvia de oro!
FUENTES: varias, portales de poemas, poetas y fuentes propias.
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